Dominus est ¡Es el Señor! – Reflexiones de un obispo de Asia central sobre la Sagrada Comunión

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Las reflexiones de Mons. A. Schneider sobre la comunión en la mano, en su libro «Dominus est», se inscriben en un contexto más amplio, como él mismo explicó el 12 de enero de 2012 en el 4º Encuentro para la Unidad Católica de París. A su ver, la comunión en la mano es una de cinco heridas de la liturgia nueva que «han sido introducidas por la práctica de una moda deplorable». Mientras que el fiel recibe la comunión en la liturgia tradicional, el uso nuevo le permite al fiel no sólo comulgarse, sino que hasta servirse.
Autor: Athanasius Schneider
ISBN: 9789874550255
Páginas: 51

Sin existencias

En 1999, Mons. Rodolfo Laise, obispo de San Luis en Argentina, publicaba en las ediciones DU CIEL «La comunión en la mano. Documentos e historia». El obispo argentino pensaba justificar así su negativa de introducir la comunión en la mano cuya diócesis es titular.
Las reflexiones de Mons. A. Schneider sobre la comunión en la mano, en su libro «Dominus est», se inscriben en un contexto más amplio, como él mismo explicó el 12 de enero de 2012 en el 4º Encuentro para la Unidad Católica de París. A su ver, la comunión en la mano es una de cinco heridas de la liturgia nueva que «han sido introducidas por la práctica de una moda deplorable». Mientras que el fiel recibe la comunión en la liturgia tradicional, el uso nuevo le permite al fiel no sólo comulgarse, sino que hasta servirse.
Para promover una conversión de las mentes y de los corazones, el obispo auxiliar de Astana (Kazajstán) comienza por brindar su experiencia personal. Llama al estrado como testigos a María Schneider (madre del obispo), Pulcheria Koch (hermana de su abuela) y Marie Stang (feligresa de la diócesis de Karaganda) para testimoniar su adoración y su devoción eucarística en tiempos del comunismo.
El lector entonces es invitado a un largo paseo por los confines de la historia y de la teología. Se codeará así con los Padres de la Iglesia de Oriente como de la de Occidente. Ellos todos, sin excepción, defendieron la comunión recibida del ministro dedicado, en la boca y de rodillas.
¿La Escritura misma no atestigua que Isaías fue purificado por un serafín con un carbón ardiente antes de predicar, que Ezequiel recibió la Palabra de Dios directamente en su boca, que el centurión se prosternó ante el Señor para pedir la curación de su hijo?
La unanimidad de estos testimonios escriturarios y patrísticos hace tanto más escandaloso el proceso que llevó a que la autoridad avalara en 1969 el paso, ampliamente documentado en anexo del libro, de los abusos al indulto. Un indulto sobre el cual habrá que forzosamente volver un día. Contrariamente a la banda añadida por el editor, que reza: «el rito de comunión practicado por Benoît XVI», más bien habría que decir que es el rito que reconoce que el Señor el que está presente: «Dominus est».

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