,

Isabel la Católica

$300,00

Ni el ejercicio del gobierno, ni las rudas guerras en que se vería involucrada, y que, en ocasiones, la tendrían de protagonista, resultaron en detrimento de su condición de mujer, de esposa y de madre. Más Isabel no fue una mujer común, ni sólo una esposa y una madre ejemplar. Fue también una Reina. Isabel, tras diversas averiguaciones, eligió como su confesor a Hernando de Talavera, quien sorprendió a la Reina que la recibiera sentado en el confesionario. “Entrambos hemos de estar de rodillas”, le dijo la Reina. “No, señora, respondió él con firmeza, sino que yo he de estar sentado y Vuestra Alteza de rodillas, porque es el tribunal de Dios y hago yo sus veces”
Ediciones GLADIUS.
Formato: 11×18
Páginas: 80
ISBN: 9789876590068

Agotado

Fernando e Isabel fueron quienes pusieron las bases de la España moderna. Es cierto que inmediatamente hay que aclarar que la Edad Media se prolongó en España durante mucho más tiempo que en el resto de Europa. Por eso no es de extrañar que encontremos aún en los Reyes Católicos rasgos medievales, como son, por ejemplo, el espíritu de cruzada, el carácter itinerante de su monarquía, la concepción de la autoridad como administradora nata de la justicia… En semejante ambiente se vio obligada Isabel a transcurrir su adolescencia, tratando de formarse como podía. Entre otras cosas, aprendió a andar a caballo y a cazar. Aprendió a hablar con precisión el castellano, así como a escribirlo con expedición, e incluso cierta esbeltez; estudió retórica, poesía, pintura e historia. En la catedral de Granada se conserva un misal decorado por ella, así como ornamentos confeccionados para el altar de su capilla privada. Inició se también en la filosofía, con la ayuda de algunos preceptores que habían estudiado en la Universidad de Salamanca; gracias a ellos aprendió la filosofía de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino. Con todo su coraje y determinación, Isabel sería siempre muy femenina. Ni el ejercicio del gobierno, ni las rudas guerras en que se vería involucrada, y que, en ocasiones, la tendrían de protagonista, resultaron en detrimento de su condición de mujer, de esposa y de madre. Más Isabel no fue una mujer común, ni sólo una esposa y una madre ejemplar. Fue también una Reina. Isabel, tras diversas averiguaciones, eligió como su confesor a Hernando de Talavera, quien sorprendió a la Reina que la recibiera sentado en el confesionario. “Entrambos hemos de estar de rodillas”, le dijo la Reina. “No, señora, respondió él con firmeza, sino que yo he de estar sentado y Vuestra Alteza de rodillas, porque es el tribunal de Dios y hago yo sus veces”

Valoraciones

No hay valoraciones aún.

Solo los usuarios registrados que hayan comprado este producto pueden hacer una valoración.