Meditaciones – Para el tiempo de Adviento, Navidad y Epifanía

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Antes de la venida del Mesías, el mundo estaba sepultado en una noche tenebrosa de ignorancia y de pecados. Apenas el verdadero Dios era conocido en un solo ángulo de la tierra, a saber, en Judea. En lo restante reinaba la más espantosa idolatría. Todo lo ocupaba la noche del pecado, el cual ciega a las almas y las llena de vicios, y las priva de ver el miserable estado en que viven, enemigas de Dios, condenadas al infierno; de estas tinieblas, pues, vino Jesús a libertar al mundo.
Autor: San Alfonso María de Ligorio
Editorial: San Pío V
Dimensiones: 14,5 x 20,5 cm
Páginas: 215

Disponibilidad: 3 disponibles

Antes de la venida del Mesías, el mundo estaba sepultado en una noche tenebrosa de ignorancia y de pecados. Apenas el verdadero Dios era conocido en un solo ángulo de la tierra, a saber, en Judea. En lo restante reinaba la más espantosa idolatría. Todo lo ocupaba la noche del pecado, el cual ciega a las almas y las llena de vicios, y las priva de ver el miserable estado en que viven, enemigas de Dios, condenadas al infierno; de estas tinieblas, pues, vino Jesús a libertar al mundo. Lo libró de la idolatría, dando a conocer al verdadero Dios, y lo libró del pecado con la luz de su doctrina y esos divinos ejemplos; pues como dice San Juan: «para esto apareció el hijo de Dios , para deshacer las obras del diablo» (1 Juan 3, 8). Predijo el profeta Jeremías, que Dios debía crear un nuevo niño, como para ser El Redentor de los hombres: Creavit Dominus novum super terram. (Jerem 31, 22). Este nuevo niño fue Jesucristo; él es el Hijo de Dios, que enamora al paraíso, y es el amor del Padre. Y este Hijo es aquel que se ha hecho niño, habiendo dado más gloria y honor en el primer momento que ha sido criado, que le han dado y estarán para darle todos los Ángeles y Santos juntos por toda una eternidad .

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