Hasta cuándo se prolonga nuestro aprendizaje, es cuestión que el espíritu dispuesto responde con sensatez: hasta el último de los días, que es a la vez el principio del conocimiento perfecto. A lo largo de la vida existe ese vínculo poderoso que nos ayuda a entender, a discernir, a caminar, a corregir: la crianza, el magisterio, la comunicación de la verdad, la heredad de la sabiduría. La tradición no es una alternativa mental sino un recorrido vívido y constante, sostenido en el hacer y el decir de maestros, ancestros y descendientes.
El autor de Palabras para un hijo extiende ahora su experiencia y su consejo hacia la siguiente generación, la de los hijos de los hijos, mediante la sólida combinación del Refranero y la Escritura; o en otras palabras, del Sentido Común y la Revelación.
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